El descontento que existe en las sociedades latinoamericanas es una prioridad en el sector asegurador, ya que impacta directamente en su operación y los obliga a buscar mecanismos que minimicen los diversos riesgos que esta volatilidad conlleva
La creciente volatilidad social en América Latina plantea un desafío crucial para el sector asegurador. En un contexto marcado por protestas masivas, desinformación y polarización política, las aseguradoras deben redoblar esfuerzos para comprender y mitigar los riesgos que impactan a la región.
Estefanía López Fuentes, Regional Terrorism Manager de Chubb Seguros, ofreció un amplio panorama sobre estos riesgos emergentes y su impacto en la industria en nuestra región.
“Prácticamente, la mitad del mundo está en guerra, pero en Latinoamérica los riesgos están marcados por protestas sociales, desinformación y el costo de vida insostenible. Esto ha llevado a un incremento del 3,000 % en eventos disruptivos a nivel global, muchos de los cuales se concentran en nuestra región”, señaló López Fuentes.
Entre los principales riesgos que influyeron en 2024 se encontraron el cambio climático, que exacerbó fenómenos como sequías y desastres naturales, impactando la suscripción de seguros Agrícolas y Patrimoniales; la desinformación, que generó incertidumbre y desconfianza hacia los productos aseguradores; la polarización social, que elevó los riesgos de eventos de conmoción civil y huelgas; el costo de vida, que limitó la capacidad de las personas para adquirir seguros, especialmente en sectores vulnerables; y los ciberataques, que incrementaron la necesidad de coberturas específicas ante violaciones de datos y pérdida de activos digitales.
Aunque puedan parecer desconectados, agregó López Fuentes, todos comparten un factor común: la capacidad de detonar protestas sociales.
“Por ejemplo, la escasez de agua y alimentos provocada por el cambio climático, sumada a la difusión rápida de noticias falsas a través de redes sociales, crea un cóctel explosivo que exacerba el descontento social”, dijo la experta.
Durante los últimos cinco años, la región ha sido testigo de eventos catastróficos que han dejado pérdidas millonarias.
En 2019, las protestas en Chile generaron pérdidas por más de 2,000 millones de dólares. En 2021, las manifestaciones en Colombia alcanzaron los 3,000 millones de dólares en daños y, en ese mismo año, en México, eventos como el “Culiacanazo” y los ataques coordinados del crimen organizado, también subrayaron la magnitud de estos riesgos.
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