De la vigilancia al crecimiento

La industria aseguradora latinoamericana se esfuerza para no sufrir heridas profundas frente a las oleadas del virus SARS-CoV-2. La digitalización y la deslocalización auguran un impulso en la colocación de pólizas, pero desde el punto de vista de Fides  el marco normativo implementado en los mercados de esta zona del orbe es un escollo que desinfla la intención de las instituciones de posicionar a la administración de riesgos en la cima de las prioridades de la población

Las crisis son un punto de inflexión que comúnmente genera cambios drásticos y muchas veces divide la historia de países, empresas y personas en un antes y un después.

Lo anterior es el ambiente que se percibe y que vendrá tras la mitigación completa de la COVID-19 en América Latina, brote epidemiológico que hasta ahora sigue sin disiparse en algunos países de esta región. Sin embargo, Rodrigo Bedoya, presidente de la Federación Interamericana de Empresas de Seguros (Fides), sostiene que la recuperación del aparato productivo en esta zona del orbe se producirá; aunque suelta sin dudar que la industria debe trabajar, en cooperación con los organismos reguladores que rigen su actuación, en el ensamblaje de una propuesta de valor de seguros diferente, más actual y que permita al sector resurgir en la era pospandémica.  

En entrevista con El Asegurador Latam, el recién elegido presidente de Fides describe cómo la digitalización, la deslocalización y las coberturas obligatorias son el acicate que permitirá cerrar la abrumadora brecha de protección en América Latina. Sin embargo, advierte con gran preocupación que los reguladores que velan por la solvencia de las instituciones de seguros no están considerando las nuevas demandas de los consumidores. De modo que, argumenta, el marco normativo instrumentado en los diversos mercados no converge con las condiciones inéditas de la suscripción deslocalizada y la distribución virtual que hoy exige la población.

Bedoya apunta que es crucial que los entes que regulan el desempeño del sector asegurador latinoamericano pasen de la vigilancia a la creación de pilares normativos que fomenten el crecimiento y promuevan el desarrollo de la industria aseguradora, aspiración en la que forzosamente los competidores deben mantenerse al tanto de la revisión constante de su estructura de costos, pues dicha obligación se deriva del impredecible desenlace de la pandemia que provocó el virus SARS-CoV-2.

La virtualidad es una obligación en el sector asegurador de América Latina. Lamentablemente, los reguladores de la industria han hecho caso omiso de dicho método operativo. Por ello, no hay un compromiso de la autoridad para instrumentar esquemas normativos que permitan la implementación de modelos de negocios basados en la digitalización y que incentiven la compra instantánea, por medio de un clic, de productos y servicios asociados a la administración de riesgos.

El Asegurador Latam (EAL): América Latina es una de las regiones del mundo más golpeadas por la COVID-19, contexto que produce que la recuperación del aparato productivo no guarde las mejores perspectivas para los próximos meses. Frente a esta coyuntura, ¿cómo aprecia Fides al sector asegurador regional en este episodio tan complicado que hoy enfrentan los países de esta zona del orbe?

Rodrigo Bedoya (RB): Cuando enfrentamos un momento tan complicado como el actual, es inadecuado generalizar la situación para todos los países que integran América Latina, puesto que las naciones están experimentando situaciones epidemiológicas diferentes y distintos ritmos de apertura económica.

En lo que se refiere a la operación de la industria aseguradora regional, las instituciones han tenido que responder de forma muy ágil a los efectos de las diversas olas de contagio del virus SARS-CoV-2. En concreto, los desafíos han sido muy variados, pero uno de los más complejos estriba en la imperiosa necesidad de conservar la cartera y la urgencia de suscribir nuevos negocios.

En ambas vertientes se han tenido que enfrentar retos muy grandes. En primer lugar, el sector registra una transición inexorable, visto que la mayoría de los clientes rehúsan acudir a sucursales para llevar a cabo trámites. Además, la contagiosa cepa vírica trastrocó los hábitos de consumo, por lo que los usuarios tampoco desean reuniones presenciales. Así que la gestión operativa de la industria no ha dejado de cambiar desde marzo del 2020.

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