Hacia la Luna, ¿pero no en línea recta? 

El interés de nuevas empresas en comerciar con establecimientos en el satélite natural debe prever riesgos muy grandes que podrían transferirse al sector asegurador si se actúa con prontitud en el desarrollo de la cobertura espacial

Tras el aterrizaje de la cápsula Orión en el océano Pacífico el pasado 11 de diciembre, la Agencia Espacial de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés) comunicó que tras el éxito de la misión Artemis I los ingenieros de la institución estaban impacientes por comprobar las condiciones del escudo térmico diseñado para la nave, un protector de cinco metros de diámetro diseñado para este proyecto.

La razón principal de esta inquietud, latente durante los 26 días que duró el viaje de la cápsula, eran los riesgos a los que cada proceso del trayecto y cada función de la nave estuvieron expuestos a través de 2.3 millones de kilómetros, así como la reentrada en la atmósfera a una velocidad de 40 000 kilómetros por hora (32 veces la velocidad del sonido) y alcanzando temperaturas de 2 800 grados Celsius.

Con el satisfactorio resultado de la misión Artemis I, la NASA puede continuar con su plan para realizar un viaje de dos personas a la Luna en 2025, viaje precedido por una nueva exploración orbital del satélite que llevará a cabo la cápsula Orión, tripulada con astronautas y prevista para 2024. Sin embargo, el éxito de este reciente aterrizaje de la cápsula Orión se respalda con un proceso muy largo de aprendizaje que no muchas empresas que buscan ser parte de la colonización del satélite natural de la Tierra han atravesado.

Este aumento en las probabilidades de riesgo supone el desarrollo y perfeccionamiento de una cobertura espacial que actualmente incluye el prelanzamiento, lanzamiento, puesta en órbita y responsabilidad civil para naves espaciales y vehículos de lanzamiento.

No obstante, las empresas que se sumen a esta nueva carrera espacial deben transitar por un largo proceso de ensayo y error, de acuerdo con José Luis Núñez, Technology Programs Officer de la NASA, quien profundiza sobre este tema en entrevista con El Asegurador Latam.

“Los proveedores de lanzamiento experimentados han mejorado significativamente su confiabilidad en los últimos años. Sin embargo, no es posible llegar a esta consolidación sin enfrentar contratiempos”, explica Núñez.

El experto agrega que todas las empresas relacionadas con la puesta en órbita de satélites han atravesado por esta curva de aprendizaje. Por ello, la industria aseguradora debe acercarse activamente al sector espacial comercial y concientizar sobre los escenarios de pérdida que se pueden presentar sin una cobertura que asegure las millonarias inversiones de este segmento.

Y es que, en el caso del mercado espacial, los siniestros son casos diametralmente opuestos a los que se presentan en las demás industrias. Por ejemplo, en el caso de los seguros para satélites artificiales (el más cercano a lo que podría desarrollarse en el proyecto de colonizar la Luna), no existe la figura legal de la pérdida total, en la que la liquidación del siniestro se hace sobre la suma asegurada.

En el caso de estos objetos que orbitan el planeta, la liquidación de una pérdida parcial implica el establecimiento de varias hipótesis que permitan concluir cuál es el porcentaje de vida útil afectada en el satélite, para con ello definir el monto que va a indemnizar la aseguradora.

Ante ello, el funcionario de la NASA asegura que aquellos líderes que quieran asumir el riesgo de incursionar en este nuevo modelo de negocio se convertirán en exitosos pioneros, siempre que consideren adecuadamente los riesgos inherentes a esta actividad y los comparen con las potenciales recompensas.

“Además, fallar en planificar es planificar para fallar, por lo que es crucial que se implemente una buena estrategia operativa para aliviar cualquier contratiempo”, precisa.

Esta oportunidad que explora nuevas fronteras comerciales para los seguros debe aprovecharse con prontitud ante la constante evolución de nuevas aplicaciones y tecnologías que diversifican los riesgos que se deben considerar.

El especialista en proyectos espaciales profundiza en que esta nueva puerta para el aseguramiento conduce a generar coberturas en toda la cadena de valor del sector receptor de la transferencia de riesgos, ya que los hallazgos científicos y las invenciones subsecuentes abarcarán desde tratamientos relacionados con la salud hasta el desarrollo de vehículos e infraestructura destinados a la movilidad entre los dos cuerpos celestes.

Para finalizar, Núñez aclara que el reto más importante para el aseguramiento de esta nueva etapa espacial radica en generar innovación y hacerles comprender la complejidad de los riesgos a los nuevos competidores.