Las crisis miden la capacidad de resolución de conflictos de personas y empresas. La afectación socioeconómica producida por la pandemia es significativa en América Latina, pero en Mapfre están convencidos de que la enmarañada coyuntura es una prueba que demostrará el carácter social que posee la industria para convertirse en un propulsor que ayudará a la región a sobreponerse de un evento que deja profundas cicatrices, aunque también grandes oportunidades, para las instituciones que tengan como meta respaldar incondicionalmente a la sociedad
América Latina se enfrenta al desafío mayúsculo de volver a ser una zona económica próspera y con oportunidades para la población y los diversos sectores productivos. Tras un año de la llegada de la COVID-19, dicha región no ofrece su mejor rostro, lo que orilla a la industria aseguradora a idear novedosas herramientas que ayuden a gobiernos, empresas y personas a superar la pesadilla pandémica desatada por el virus SARS-CoV-2.
El carácter social de la industria aseguradora ha sido históricamente uno de sus principales valores en términos de propuesta de valor. Por esa razón, Jesús Martínez Castellanos, CEO de Mapfre en Latam, considera que las instituciones que operan en Latinoamérica deben reforzar su compromiso con dos aspectos fundamentales de sus modelos de negocio: el respaldo al consumidor y la cercanía constante con él, incluso en tiempos tan difíciles como los que hoy enturbian el presente de los países que conforman esta región.
“En Mapfre creemos que acompañar al cliente y respaldarlo con la distribución de soluciones eficaces asociadas a la administración de riesgos es la base para edificar una sociedad latinoamericana mucho más resiliente”, afirma sin dudar Martínez Castellanos.
El funcionario de Mapfre va más allá del presente y se atreve a vaticinar cómo será el futuro de América Latina: “La región saldrá de la fase actual y retomará la senda de convergencia económica con el mundo desarrollado. Por ello, la estrategia del sector en esta zona del orbe no puede ser otra sino ver el negocio desde la perspectiva omniabarcante del largo plazo”.
Durante los últimos meses, mucho se ha hablado sobre la forma en que la conmoción social, sanitaria y económica producida por el coronavirus sacó a la luz la importancia de la gestión adecuada de los riesgos, escenario en el que los productos y servicios que distribuye el sector asegurador han ganado relevancia entre una población que ha experimentado en carne propia las dolorosas consecuencias de no contar con instrumentos de protección patrimonial.
Y es que, a diferencia de otras industrias, el sector asegurador se posiciona como un aliado de negocios que permitirá a capas poblacionales profundamente vulnerables, como los miembros de la economía informal, equiparse con soluciones que los ayuden a ser más resistentes a eventos inesperados, como las cíclicas crisis económicas, dice Martínez Castellanos.
“A raíz de la pandemia, la sociedad latinoamericana se fue dando cuenta poco a poco de cómo, por ejemplo, los sistemas sanitarios están bajo presión. Entonces, el abanico de soluciones de la industria que gira alrededor de la salud registra un incremento sustancial en lo que se refiere a la captación de nuevos clientes”, resume el funcionario de Mapfre.
El potencial no se disipa
Es inocultable que la penetración del seguro en América Latina sigue siendo preocupantemente baja en términos relativos. De acuerdo con datos de Mapfre Economics, la penetración de la industria equivale a 3 % del Producto Interno Bruto (PIB) de la región.
Por lo anterior, y con base en estadísticas de Mapfre Economics, la brecha de protección en América Latina asciende actualmente a 250,000 millones de dólares, realidad que, en opinión de Martínez Castellanos, “confirma el potencial de crecimiento de la industria en la zona”, sin perder de vista que esto “demuestra que la región sigue apreciándose como un mercado muy atractivo para los diversos competidores”.
Sector protagonista
A pesar de que gran parte de la atención que la sociedad latinoamericana pone en los riesgos se ha dirigido en los últimos meses a las enfermedades infecciosas como consecuencia de la emergencia epidemiológica desatada por el virus SARS-CoV-2, es innegable que amenazas como el cambio climático también son un fenómeno muy complejo que no debe subestimarse.
“Las catástrofes naturales son cada vez más frecuentes y severas. En América Latina, desgraciadamente, la sociedad ha sido víctima de su inclemente efecto. Por lo tanto, el seguro debe desarrollar un papel mucho más protagónico, de la mano de los organismos públicos, de modo que logre mitigarse la amenaza climática, un peligro muy agudo que ha demostrado muchas veces su poderoso alcance”, sostiene Martínez Castellanos.
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