Las aseguradoras viven un proceso de reinvención desafiante, puesto que el grueso de la población que habita América Latina no percibe nuevos valores agregados en el seguro, lo que obliga a los competidores a mirarse en un espejo y a dejar de postergar su reacción ante un mundo que es diferente
“Frente al cambio estructural que hoy vive la sociedad y el planeta, la propuesta de valor del sector ya no se puede limitar a solo proteger un bien o salvaguardar el patrimonio. De modo que la industria debe experimentar una renovación total impulsada por la innovación y la diversidad laboral, rumbo que convertirá a las instituciones en aliados amigables del consumidor”. Emmanuel Djengue
Hacer caso omiso de las nuevas necesidades de consumo se paga caro. La industria aseguradora no escapa de dicha ecuación, y está a punto de llevar a cabo un cambio de paradigma en el que edificar un ecosistema preventivo y dinámico de productos y servicios se constituye como el núcleo de su reinvención.
Emmanuel Djengue, director de Innovación de RGAX EMEA, dice convencido lo anterior en entrevista con El Asegurador Latam, conversación en la que reconoce que actualmente el consumidor no percibe nuevos valores agregados en el seguro, por lo que, añade, es vital que los competidores reaccionen y actúen para revertir dicha situación.
Djengue alerta que la mayoría de las aseguradoras con operación en América Latina se concibieron para un mundo que poco a poco está desapareciendo. Por ese motivo, convoca al sector a rejuvenecer su fuerza laboral, a modernizar sus procesos y a adoptar tecnologías sin prejuicios.
Emmanuel Djengue (ED): Indiscutiblemente, pareciera que durante los últimos años el sector asegurador no ha logrado un cambio profundo en su estructura y naturaleza operativa. Sin embargo, esto es una interpretación subjetiva, sobre todo si miramos la reinvención de la industria considerando nada más el aspecto de la digitalización.
Evidentemente que, si solo nos referimos a la digitalización de procesos y a la mejora de los sistemas operativos, la conclusión irrefutable sería que el seguro es una industria rezagada. Ahora bien, si queremos realizar un diagnóstico más profundo de la evolución que hoy presenta el sector, solo basta con echar un vistazo a la forma en que se evalúan los riesgos.
En la década de los setenta, por ejemplo, el sector asegurador sudafricano fue pionero en el mercado mundial al distribuir coberturas que brindaban protección a personas que padecían alguna enfermedad grave. Luego de 50 años, la oficina de RGA en España lanzó al mercado, con el respaldo de una aseguradora, una cobertura de Vida que está estrictamente relacionada con los hábitos de vida del consumidor.
En lo que atañe a América Latina, en México se distribuye una cobertura que brinda protección a las personas que padecen diabetes tipo 2, posibilidad que era completamente impensable años atrás, pero el equipo local de RGA en aquel país la pudo realizar.
Lo descrito confirma el evidente apetito de la industria aseguradora por innovar para brindar nuevos esquemas de protección a la sociedad.
Indudablemente, ese modelo de negocios del sector asegurador que gravita alrededor de mantener la rentabilidad mediante la conservación de cartera es lo que reduce el ímpetu de las instituciones para buscar ser disruptivas, visto que innovar parecería no tener sentido si un porcentaje elevado de los ingresos están garantizados.
Por otro lado, también hay que precisar que gran parte de los cambios que hoy implementa el sector asegurador son promovidos por líderes que tienen un perfil profesional que es diametralmente opuesto al perfil histórico del alto ejecutivo de la industria.
Recordemos que una compañía como Airbnb fue fundada por un diseñador que tenía menos de 30 años. El neobanco Fondeadora, en México, posee una historia similar.
Incuestionablemente, esta clase de capital humano todavía no es el común denominador en la cadena de valor del seguro, pese a que ésta es una industria con un gran potencial de desarrollo profesional.
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